domingo, 16 de noviembre de 2014

Os quise, os quiero y os querré siempre...

La vida te da cosas maravillosas, cosas que debes aprovechar en su momento porque cuando menos te lo esperas, te las quitan. Maldigo todo aquello que no hice en mi tiempo y ahora no puedo hacer, maldigo el día que tenía una enorme venda en los ojos que me impedía ver, maldigo todo aquello y aquellos que me impiden vivir en paz, maldigo el día último que dejé de ver los preciosos ojos de mis dos niñas, maldigo…

Pequeñas, mis pequeñas, nunca lo lograré entender, nunca entenderé por qué no podéis estar aquí, a mi lado, haciéndome una chica alegre, viva. Ese “tata” que me llenaba de vida y me hacía sentir privilegiada por tener a esas preciosas princesas.

Pasa el tiempo y todo sigue igual, no me veis ni yo logro veros… esperanza, ¿qué es eso? A veces me cuesta verla, la olvido por completo. Llevo con la misma esperanza cuatro años y no sirve para nada, tan solo no quiero, ni aceptaré jamás el haberos perdido, el día que lo acepte, no seré yo, no seré una persona viva.

Lamento el evitar recordaros pero es que es tan duro… espero que algún día pueda recordar esto como algo pasado y pensar… pensar que me hayáis olvidado, que me odiéis, esa imagen no cierta que tendréis de mí, me mata…

Tengo miedo del día que vuelva a ver esos ojos, su expresión, su actitud, ¿ojos de cariño? No lo creo, ojos acusadores, helados como todos aquellos ojos que vi en su momento y me asustaban… no quiero volver a vivir eso nunca más, te sientes tan insegura, no puedes protegerte, te sientes tan mal, quieres huir pero sabes que no debes, sin embargo cada segundo que pasa duele más, no puedo soportarlo, tu pulso se acelera tanto que piensas que se te va a salir el corazón del pecho hasta que rompes en un sonoro llanto, un llanto sentido, muy sentido, hasta tal punto que no sabes por qué lloras, simplemente no puedes parar, quieres desaparecer, odio esos momentos…

Amo recordaros aunque duela, os amo a vosotras, recuerdo el día que me maldije cuando no estuve en la casa en el momento en que a la pequeña de las dos le cayó la sopa hirviendo encima, me maldije cuando lo supe y me imaginé una y mil veces el haberme puesto delante para protegerla, al igual que otra anécdota más, que mal lo pase…

Recuerdo aquellas noches, tumbada con la mayor viendo Tom y Jerry, casi siempre los mismo capítulos pero no me cansaba porque tenía a mi lado una de las cosas más preciadas en el mundo, me sentía mayor porque debía cuidar a mi niña, no una cualquiera, sino mi vida, le daba motivos para no llorar, le cogía la mano, jugaba con ella (no todo lo que me hubiera gustado), le hacía reír al igual que ella me hacía reír a mí.

Tengo miedo de no saber el tipo de persona que son aunque creo que me hago una ligera idea y no me gusta, es más, me asusta. Puede parecer algo pesimista pero esta es la realidad, no hay otra, estoy segura.

Tan solo necesito dos cosas para ser una chica alegre, ya tengo una, ¿por qué la otra no puedo obtenerla? Tan solo quiero tener conmigo a dos crías inocentes que me llegaron a querer un día, no digo tenerlas las 24 horas del día pero verlas cada día un rato, ¿es mucho pedir?

Cuatro años, cuatro eternos años, nunca lograré entender ciertas cosas porque parece que quien está cumpliendo condena soy yo, porque estoy segura que yo lo pasé, lo paso y lo pasaré más mal que todos aquellos individuos. Pero, ¿qué puedo hacer? No puedo hacer nada, ¿verdad? Preguntas sin respuesta, no resueltas, qué impotencia, quedarme aquí de brazos cruzados sin poder hacer nada, los odio tanto…

¿Se puede saber qué ganan con esto? ¡NADA! Y mejor acabo aquí porque creo que no se merecen ni un puto pensamiento, tan solo odio por mi parte.


Mis pequeñas… Hasta siempre, os quise, os quiero y os querré siempre.


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